El tiempo no se detiene
“Si conocieras el tiempo tan bien como lo conozco yo –dijo el Sombrerero-, no hablarías de derrocharlo como una cosa. El tiempo es una persona.” (Lutwidge Dodgson, 1865) El tiempo es una magnitud que ha obsesionado al ser humano: el tiempo vivido, el tiempo porvenir, ese tiempo que se nos escapa, que se escurre entre los dedos como agua. Así desde la antigüedad el poeta Virgilio, tenía conciencia de este término, asimilando como algo fugaz, de veloz transcurso imposible de recuperar. Uno de los rasgos más distintivos de la inteligencia humana es su asimilación de la idea del tiempo. Nos sometemos al tiempo porque no nos queda más remedio, pero también nos rebelamos contra él. El caso es que en un entorno cambiante como el actual, tanto en nuestra manera de vivir y de pensar, de tomar decisiones, de trabajar y divertirnos, las nociones que tengamos de nuestro presente, pasado y futuro ocurrirán en periodos temporales mínimos porque los cambios suceden a una velocidad ...