Reflexión
En pleno siglo XXI hemos sido testigos de un nivel de desarrollo nunca antes alcanzado por la ciencia y la tecnología, marcando transformaciones tan significativas en la sociedad actual como lo hicieron en su momento las dos revoluciones industriales, sin embargo, el resultado histórico que ha devenido del desarrollo conocido hasta el presente no ha conducido sino, a un marcado deterioro en la convivencia del ser humano con su entorno. Pero… ¿Cómo sobrellevar los problemas que cada vez se hacen más agobiantes de enfrentar?
Primeramente, debemos de ser conscientes del punto en el tiempo en que nos encontramos, a partir de ello, sabremos reconocer cual es nuestra responsabilidad con el mundo. Es fácil juzgar a nuestra sociedad, criticarla y transferir la culpa a otros. Esta actitud es totalmente irresponsable, puesto que una sociedad no puede ser sino el reflejo de los seres que en ella viven y la nutren con sus decisiones y comportamientos.
Por lo tanto, en vez de soltar la lengua, como se dice vulgarmente, debemos de hacer frente a esta problemática con la práctica de valores. La raza humana sufre una profunda falta de humildad.
Habiendo hecho su aparición en la última porción de la historia terrestre, se cree en la obligación y capacidad de administrar el universo. Olvida que la tierra ha vivido bien antes de su llegada, y sufre hoy sus peores agravios por nada más que su existencia. Solo entonces cuando comprendamos que nuestra existencia en la Tierra conlleva un persistente compromiso de reciprocidad, podremos ser capaces de encontrar la paz en nuestro entorno y en nosotros mismos.



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